ELEMENTOS PARA UNA CARACTERIZACIÓN HISTORICA DEL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL EN COLOMBIA

Oscar Londoño Universidad Nacional

 

Algunas aproximaciones a la acción colectiva de los estudiantes, particularmente de los estudiantes universitarios, sostienen la ambigüedad que reviste la posibilidad de acuñar la denominación de “movimiento estudiantil” para caracterizar a dicho actor social diferenciado1.   Esta consideración se funda    en la ausencia de una organización continua para la definición de un movimiento

social. Pese a ello, existen otros elementos característicos en las luchas de los estudiantes universitarios que han permanecido a lo largo del tiempo y que merecen ser evaluados para profundizar este debate. Es importante rescatar la salvedad que hace el profesor Leopoldo Munera, para quien “los movimientos sociales, al contrario de las asociaciones y las organizaciones, no son unidades homogéneas de acción y por consiguiente, no deben ser analizados como tales. Elementos  como  la  identidad,  la  definición  del  adversario  y  la  totalidad,  sólo

pueden ser captados si entendemos al movimiento social como la articulación de luchas, organizaciones y asaciones”2.

Este ejercicio no pretende adecuar el movimiento estudiantil a una definición de tipo ideal, por el contrario, reconociendo su condición heterogénea, diversa y contradictoria, no nos situaremos en su composición sociológica, sino en su configuración política, su enunciación estará dada en función de su relación conflictiva con el orden social y el sentido común de sus luchas. Busca, a partir de la observación sobre las generalidades en el desenvolvimiento histórico del movimiento estudiantil, sugerir algunos retos y perspectivas que dicho movimiento afronta en el momento actual.

LA DEMOCRATIZACIÓN DE LA SOCIEDAD

 

La pregunta por el papel de los movimientos sociales en la democratización ya ha sido introducida ampliamente en la literatura especializada3. El enfoque predominante, asume la apertura democrática como la incorporación de los movimientos en la construcción de la política pública y la inclusión de nuevos segmentos sociales en las decisiones del Estado, como es el caso de Charles

 

1 Archila, Mauricio. (1999). Entre la academia y la política: el movimiento estudiantil en Colombia, 1920- 1974.  en Marsiske, R., Los movimientos estudiantiles en la historia de América Latina (158-174). México. 2 Munera, Leopoldo. De los movimientos sociales al movimiento popular, en "Relaciones de poder y movimiento popular colombiano (1968-1988). Pág. 70

3 Tilly, Charles y Wood, Lesley. Los movimientos sociales 1768-2008, desde sus orígenes a facebook. Editorial

Crítica. Barcelona

Tilly, pero pocas veces en las transformaciones estructurales o los cambios revolucionarios de los sistemas políticos como lo afirmaría en su momento Sidney Tarrow (haciendo alusión a los grandes acontecimientos como la Revolución Francesa)4.

En el caso de Colombia, el movimiento estudiantil ha sido protagonista en los diferentes episodios de lucha por cambios en el sistema político, el cual ha mantenido como constante su sentido hermético y excluyente, mediado por la violencia de las elites gobernantes. En el siglo XX, encontramos la  participación de los estudiantes en el derrocamiento del general Rafael reyes en 1909, las jornadas de solidaridad Contra la masacre de las bananeras y la disputa contra la denominada “rosca” en Bogotá durante 1929, que trajo consigo la muerte de Gonzalo Bravo Pérez a manos de la policía; la oposición a la dictadura de Gustavo Rojas pinilla provocada particularmente por el asesinato de varios estudiantes en la conmemoración de los hechos de 1929. Para la década de los 60, el alineamiento bipartidista de algunas organizaciones estudiantiles sufre un cambio importante bajo el contexto internacional de las revoluciones mundiales y con la instauración del Frente Nacional, una hegemonía autoritaria que condujo al estrechamiento entre el movimiento estudiantil y el campo popular, en especial con las organizaciones políticas revolucionarias, como se vio representado en la construcción  de    la  UNEC  (Unión  Nacional  de  Estudiantes  Colombianos)    y

posteriormente de la FUN (federación Universitaria Nacional) en 19635,       siendo

objeto de la represión estatal que condujo a varios líderes estudiantiles al exilio o a la lucha insurgente. Posteriormente, la lucha del movimiento estudiantil combatió las medidas represivas consignadas en el “estatuto de seguridad” del presidente Turbay en 1978, que se mantendría y profundizarían durante las  próximas décadas con el asesinato selectivo o colectivo de miembros de la comunidad académica, a la que luego se sumaría la estrategia paramilitar durante la década del 90 hasta el presente.

No podemos olvidar en esta trayectoria, el carácter contencioso de la acción colectiva que ha ejercido el movimiento estudiantil contra las sucesivas reformas del Estado sobre el sistema educativo. La reforma a los pensum y la contratación de nuevos docentes durante la hegemonía conservadora, la oposición al Informe Atcon y al Plan Básico concebido para la privatización y la mercantilización de la educación pública en la década de los 60, la exigencia de un mayor presupuesto estatal para el financiamiento de las Universidades Públicas en la década de los

 

 

4 Tarrow, Sidney. El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción colectiva y la política. Alianza Editorial. Pág. 67.

5 Archila, Mauricio 2012 "El movimiento estudiantil en Colombia, una mirada histórica"  en OSAL (Buenos

Aires: CLACSO) Año XIII, N° 31, mayo.

 

80 y posteriormente en las décadas sucesivas contra la profundización del modelo neoliberal instituido desde la década de los 90 y expresado en la ley 30 de 1992. El clamor por acabar con el Terrorismo de Estado, la violencia paramilitar y por la construcción de un régimen político incluyente y democrático que asuma los intereses y participación de los diferentes actores sociales, hace parte de la génesis del movimiento estudiantil.

 

En el actual ciclo de lucha inaugurado con las movilizaciones del año 2011 suscitado por la presentación del proyecto de reforma a la ley 30 del gobierno de Juan Manuel Santos, el movimiento estudiantil sostiene esta perspectiva. En este periodo, como lo demuestra el “programa mínimo de los estudiantes”, el proyecto de ley alternativa y las exigencias sostenidas en los últimos años, la democratización reviste diferentes aspectos: creación del cogobierno universitario en las instituciones de educación superior públicas, ampliación de la participación de la comunidad en los órganos de gobiernos de las universidades privadas, desmilitarización de los campus y garantías para la movilización, reconocimiento de la educación como un derecho fundamental y bien común en contraposición a su definición mercantil como servicio y por último, reconocimiento del Movimiento estudiantil como actor social en la construcción de una nueva propuesta de Educación.

Con el desarrollo del proceso de conversaciones entre el Estado Colombiano y la insurgencia de las FARC-EP, acompañado por el ascenso en la capacidad de movilización y la politización de otros movimientos sociales, el movimiento estudiantil tiene el reto de introducir dentro de los cambios estructurales para el logro de la solución política del conflicto y la superación de la  confrontación armada en este proceso, sus propuestas y demandas mediante el ejercicio de la movilización, acompañada de una agenda común con otros estamentos, organizaciones y sectores, avanzando en la definición de un proyecto social común para la democratización del país.

EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL COMO PARTE DEL CAMPO POPULAR

 

La relación del movimiento estudiantil con otros movimientos sociales y organizaciones políticas anti sistémicas, si bien ha sido una constante, se ha presentado de manera coyuntural y representa uno de los grandes desafíos para la construcción de una nueva hegemonía que subvierta las relaciones de poder existentes y transforme el orden económico, político y social. La solidaridad simbólica ha primado en el ejercicio de la acción colectiva, como lo demostraron los acontecimientos de 1929 y en actualidad con el apoyo al paro agrario del año 2013. La experiencia del paro cívico de 1977, represento la posibilidad de establecer    una    unidad    de    acción    como    manifestación    del descontento

 

generalizado en la sociedad colombiana y la crisis de legitimidad del Estado. Pese a ello, la coyuntura actual en la que se vuelven hacer presentes estos dos factores, la constitución de un bloque de poder alternativo requiere del concurso del movimiento estudiantil, de recobrar su capacidad de movilización, de avanzar en el sentido unitario de su organización y su politización, reconociendo en la crisis de la educación una crisis de orden sistémico, insuperable y agravado por el bloque de poder que monopoliza el Estado y las demás instituciones sociales.

 

PROYECTOS DE ORGANIZACIÓN UNITARIA

 

Como lo han señalado, el movimiento estudiantil ha carecido de una organización unitaria, de carácter nacional, que sea estable a lo largo del tiempo. En ello han jugado un papel diferentes elementos de distinto orden, tales como a) las discusiones estratégicas sobre la necesidad de avanzar en cambios estructurales mediante un nuevo modelo de educación o de reformas parciales como fue el caso de la ruptura al interior del movimiento estudiantil guado por el programa mínimo de 1971, b) diferencias ideológicas y aspiraciones políticas de las organizaciones estudiantiles que no tienen la incidencia suficiente en el estudiantado para adoptar de manera particular su conducción hegemónica , c)el ejercicio de represión y violencia por parte del Estado y las fuerzas paraestatales como lo ilustra el caso paradigmático de la FUN y d) la disparidad en los procesos de movilización local y las reivindicaciones de carácter nacional que adelanta el movimiento. Durante la coyuntura del año 2011, tras varios encuentros nacionales de estudiantes universitarios, para enfrentar de manera articulada la reforma a la ley 30 del gobierno nacional, con el impulso de las distintas organizaciones estudiantiles, se constituyó la MANE (Mesa Amplia Nacional Estudiantil).

Con la creación de la MANE, el movimiento estudiantil logró en su momento aglutinarse en un referente nacional de coordinación, además de avanzar en la construcción de una propuesta programática de un modelo alternativo de educación superior. Pese a ello, la dinámica de movilización se ha desvanecido paulatinamente, debido en parte al viraje en la modalidad de implementación del proyecto educativo del gobierno, a la ausencia de una agenda reivindicativa unitaria a nivel nacional que se situé en este nuevo momento para la disputa, el distanciamiento de las organizaciones estudiantiles y la ausencia de referentes organizativos unitarios de nivel local que dinamice las disputas particulares.

Para poder posicionar dentro del estudiantado y la sociedad en general la propuesta de ley alternativa como insumo para la construcción de un modelo alternativo de educación al neoliberalismo, la unidad de las organizaciones estudiantiles se hace necesaria en la idea de promover la construcción de referentes orgánicos de índole local del estudiantado que representen   el  espíritu

 

amplio y heterogéneo del movimiento y sirvan como instrumento para motivar su movilización. Estas dinámicas locales podrán desencadenar una dinámica de disputa nacional, si se atan en una agenda general que situé la crisis general del modelo de educación en curso y logre unir en torno a la ley alternativa el proceso de lucha y confrontación del movimiento estudiantil. En esta dirección, la organización unitaria, como resultado de la convergencia de estos procesos simultáneos, podrá contar con un sentido de representatividad y cohesión política en sus objetivos.

 

LA EMERGENCIA DE SU VOCACIÓN CONSTITUYENTE

 

La construcción de una propuesta de ley alternativa para la educación superior por parte del movimiento estudiantil, da cuenta del salto cualitativo en gestación al que se encuentra avocado. Si bien su sentido contestatario y reivindicativo continuo siendo el factor principal en su caracterización, esta propuesta programática representa un viraje importante en su relación con el Estado, la sociedad y en particular con el futuro de la educación. Como parte de su condición singular, recapitulando las ideas expuestas, encontramos tres direcciones en las que se puede desenvolver este ejercicio constituyente: 1) el movimiento estudiantil debe incorporar como parte de su dinámica de acción, las disputas por alcanzar transformación propias de cada institución educativa que sean coherentes con el sentido democratizador del modelo alternativo representado en la propuesta de ley alternativa 2) incorporar dentro del proceso de apertura democrática, su dinámica de movilización al conglomerado del campo popular y 3) como parte de la gestaciones de unas nuevas relaciones de poder y de la construcción de un nuevo Estado, legitime su propuesta alternativa entre los estamentos educativos y la sociedad en general, como parte del proceso hacia una eventual Asamblea Nacional Constituyente que se realice para alcanzar la paz y la reconciliación nacional.